VINO, CERVEZA… ¿DESDE CUÁNDO EL CONSUMO DE ALCOHOL ES SALUDABLE?

El alcohol forma parte de nuestras costumbres, tanto que es muy raro que en la mesa de un restaurante no hayan unos botellines o jarras de cerveza, o una botella de vino.
Esto que parece tan normal es una causa importante de morbomortalidad que nos afectan, y la mayoría de la población no es consciente del problema que conlleva.
Además, la publicidad hace que relacionemos el consumo de alcohol con emociones de alegría, felicidad, relaciones sociales, etc. ; en la etiqueta de una botella de vino se puede leer «Disfruta de un consumo responsable».
     Pero de ahí a promocionar el consumo de alcohol como algo saludable es donde los sanitarios debemos ser firmes en las recomendaciones de salud: no se debe recomendar ningún consumo de ningún tipo de alcohol, puesto que no hay una cantidad que se considere libre de riesgo. Lo que se conoce como consumo moderado, como dice en este documento del Ministerio de Sanidad y Consumo en el año 2008 (disponible aquí) «es un término inexacto que pretende oponerse al de consumo excesivo […] mejor decir que es un consumo de bajo riesgo«. Además, incide en el término «consumo responsable» indicando que «ese término no existe«.
     Entonces, ¿por qué se sigue con el eslogan «consume vino con moderación, o haz un consumo responsable»? Y si es indicado por un sanitario o por poderes públicos, considero que es una recomedación grave y negligente. Algunos ejemplos son:
-Nuestra pirámide de la Alimentación saludable donde vemos el eslogan «consumo moderado».
-Promoción de bebidas alcohólicas relacionándolo con el deporte: al finalizar carreras.
-La promoción del vino dentro de la Dieta Mediterránea, en la que la sería más correcto decir que «la dieta mediterránea es saludable a pesar de consumir vino».  Hay que tener en cuenta que la EFSA (Agencia europea de seguridad alimentaria) no ha reconocido la dieta meditarránea como saludable debido a que se incluye el vino en ella.
     Además, en las principales organizaciones españolas sobre alimentación se promueve el consumo de vino y cerveza. Como ejemplo, en la pirámide nutricional de la SENC que vimos anteriormente, o en la página del Fundación Española de la Nutrición se puede ver que tiene como promotor a «Bodegas Vega-Sicilia» (lo puedes ver aquí) y, además, en su página incluye un buscador de vinos (aquí), por poner sólo algunos ejemplos.
     Los beneficios del vino se atribuyen principalmente al resveratrol que contiene. En el estudio publicado aquí indica la cantidad de vino que debemos consumir para obtener los beneficios:
    Cierto es que se han publicado artículos hablando de los beneficios del consumo «moderado» de vino (podemos encontralos en las revistas The BMJDiabetología, El País, etc.).
Hay investigadores que siguen insistiendo en las bondades del consumo moderado de alcohol, y más en concreto del vino. Según Ramón Estruch, investigador del servicio de Medicina Interna del Hospital Clínic de Barcelona y exmiembro del comité científico de la Fundación para la Investigación del Vino y la Nutrición (Fivin), cuyo patronato está compuesto por productores de vino, «está más que demostrado que el consumo moderado e incluso excesivo de bebidas fermentadas protege a nivel cardiovascular e incluso cerebral«.
Aquí puedes escuchar un interesante debate en el programa Ser Consumidor con Jesús Soria, Julio Basulto, Juan Revenga, Juan José Rodríguez Sendín y Ramón Estruch.
    La evidencia actual nos indica que no sólo el alcohol no es beneficioso para la salud, sino que realmente es perjudicial. Y así lo indican las publicaciones de organismos libres de conflictos de interés, tal como nos dice Juan Revenga (aquí) referenciando a la OMS: «aunque algunos estudios parecen demostrar que el consumo ligero y moderado tiene un efecto protector en lo relacionado con enfermedades isquémicas, sin embargo, cada vez más, se entiende que este efecto se debe a factores de confusión relacionados con la posición social».
     La Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO), publicaba una revisión aquí en la que concluía que el consumo de alcohol, incluyendo el «moderado», está relacionado con «un mayor riesgo de padecer varios cánceres importantes, incluidos los de mama, colon, esófago y de cabeza y cuello«.
Paloma Quintana, dietista-nutricionista, apunta incluso que «es posible que esté relacionado con otros tipos y que, conforme aumenta el consumo, mayor es el riesgo de padecer esta enfermedad».

     En 2016 el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer detalló que «existen evidencias científicas sólidas de que el alcohol incrementa el riesgo de padecer 6 cánceres: mama, intestino, hígado, boca/garganta, esófago y estómago«. Las conclusiones fueron rotundas y reveladoras. Hasta entonces se desconocían los mecanismos biológicos por los cuales el alcohol aumentaba el riesgo de padecer cáncer. En este estudio se descubrió que el vínculo entre consumo de alcohol y cáncer iba más allá de la estadística. «No se trata de un simple vínculo, sino de una relación causal bien establecida: el agente responsable directo del desarrollo de los cánceres citados es el consumo de alcohol, incluso a dosis relativamente bajas«.

Ya en 2012 la Organización Mundial de la Salud publicaba en su informe Alcohol in the European Union que «el alcohol es perjudicial para el sistema cardiovascular«. La Comisión Europea también publicó que «un consumo moderado de alcohol aumenta el riesgo a largo plazo de sufrir cardiopatías«.

En 2014 la revista British Medical Journal publicaba una extensa revisión de 56 estudios epidemiológicos sobre consumo de alcohol. La conclusión fue clara y contundente: «el consumo de alcohol aumenta los eventos coronarios en todos los bebedores, incluyendo aquellos que beben moderadamente«.

En 2016, en la revista BMC Public Health se publicó que cada año mueren 780.381 personas por enfermedades cardiovasculares atribuibles al consumo de alcohol.

Tampoco es cierto que el consumo moderado de alcohol previene la mortalidad, sino que «el bajo consumo de alcohol no ejerce beneficios netos en la mortalidad al compararlo con la abstinencia de por vida o el consumo ocasional de alcohol«, tal y como se ha publicado en 2016 en la revista Journal of Studies on Alcohol and Drugs.

En este artículo de ABC (puedes verlo aquí), se comenta un estudio publicado en The Lancet en el que concluye: «el estudio muestra que un consumo de 25 o más unidades de alcohol semanales acorta la esperanza de vida entre uno y dos años. Y en caso de un consumo de 18 pintas de cerveza o copas de vino a la semana, la esperanza de vida se reduce hasta 4-5 años».

No sólo ha quedado claro que el consumo de vino incrementa el riesgo de sufrir cardiopatías, sino que múltiples estudios científicos han concluído que el consumo de alcohol está relacionado con otras patologías y enfermedades, como el cáncer que ya hemos visto. Estas conclusiones son extrapolables a todas las bebidas alcohólicas: cerveza, ginebra, ron, etc.

     Por tanto, ¿debemos seguir recomendando el consumo de alcohol?
Otras fuentes en las que me he basado en este post:

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